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Sabores de Córdoba

La alimentación como parte del concepto de Cultura en el s. XXI

Por Por Almudena Villegas.

El hombre, a través de la alimentación, de su modo de alimentarse desarrolla una estrecha relación con su medio ambiente, con el que es necesario que se encuentre en una relación de equilibrio para disponer de alimento sin agotarlo. Tras el medio natural, la siguiente esfera de relación es con su cultura, que se enmarca en un espacio geográfico y en un tiempo determinado, con un entorno social.

La combinación de estos factores da lugar a la cultura alimentaria. En cualquier cultura el alimento es símbolo y reflejo del pensamiento, plasmándolo con toda fidelidad, tanto en los individuos como en la propia sociedad. El sistema filosófico y moral, el religioso, las posibilidades económicas, la cultura…, todos ellos se expresan a través de la cultura alimentaria.

Por medio de la comida se manifiesta el gusto personal, y analizándola sabremos si la sociedad es rural o urbana, conoceremos su religión, su riqueza, su conocimiento. Expresa nuestro complejo estilo de vida, así como nuestra forma de entender el mundo y de valorar la realidad. El alimento también es concepto de los diferentes grupos sociales, cuya forma de pensar se entrelaza con la comida, y cada uno de ellos se alimenta de una forma diferente que es expresión de su tipo de vida.

La alimentación es siempre y en cada época cultura:

Lo es desde el momento en que no es natural, desde el momento en que la cocina, el conocimiento y la técnica hacen su aparición en el desarrollo de los procesos vinculados con la alimentación. Y también es cultura cuando se elige, ya que las posibilidades de elección y selección definen la identidad humana. El comienzo de la relación del hombre con la cultura agrícola son los cereales, pero antes aun, el fuego creó la cultura del cocinado, que aun muy rústicamente comenzaría con la transformación de los alimentos capturados o recolectados. Y desde entonces, alimentarse para el hombre, además de ser una necesidad ha sido la expresión de su cultura, del conocimiento adquirido. Es por eso que tiene tanto que contarnos.

Los hombres no comen como los animales, o más bien hace ya mucho tiempo que los hombres no comen como los animales, es la adquisición de la cultura la que diferencia ambas posturas ante el alimento. Su primera diferenciación es el fuego; la segunda, la cocina, que es expresión compleja de la cultura humana. Los animales comen, también seleccionan, pero solo el hombre cocina. Es

te s. XXI de espléndida gastronomía, en el que ésta ha tomado un protagonismo como antes jamás lo había hecho, es un tiempo diferente. El examen de las distintas formas de alimentación en las diferentes culturas revela una gran cantidad de datos sobre las relaciones de poder, acerca de la propia comunidad y su personalidad, sobre la construcción de la familia, los sistemas de significado y comunicación, sobre los valores presentes en diferentes culturas.

El estudio de las formas de alimentación ha contribuido a la comprensión de la personalidad humana a través de las civilizaciones y de los distintos períodos históricos, lo que nos ha proporcionado  una interesante visión sobre la evolución histórica de los sistemas alimentarios. Y es este conocimiento el que a su vez nos permite conocer y comprender mejor una cultura, una etapa de la historia, con una gran cantidad de detalles y conocimiento.

La cultura es algo complejo y de difícil definición, sin duda, pero es una realidad, frágil desde luego, que hay que mantener alejada de aquellos que pretenden ofrecer cultura barata a todo el que pase, como si esta fuera un panfleto de usar y tirar.

Las sociedades cultas ofrecen las mayores posibilidades de disfrutar de la cultura, de esa con mayúsculas que es compleja y completa, y que surge del esfuerzo del individuo por conseguirla, de su interés personal en hacerlo y de sus capacidades y empeño en obtenerla. Jamás la cultura se regala, ya que no es un obsequio, una fácil adquisición, sino que por el contrario, es el resultado del esfuerzo. Todo ello combinado adecuadamente, conseguido por el esfuerzo individual y el entorno social que facilite al individuo dicha adquisición, es cultura.

La cultura ni siquiera es de quién la fabrica, sino más bien de quién compone una cultura completa que al final es una forma de entender la vida.

Así, la alimentación en la actualidad es un exponente especialmente expresivo de la cultura: vivimos un momento en el que el hecho alimentario tiene una gran relevancia social y mediática. Y es una expresión de la cultura tan elocuente que nos brinda la oportunidad de conocer la historia a partir de una de las llamadas historias menores, cuyo testimonio solamente hay que saber interpretar correctamente.

La sociedad y la alimentación se encuentran estrechamente unidas debido a la necesidad fisiológica que tiene el hombre por el alimento, así, la cultura alimentaria es expresión de la sociedad en que se desarrolla, ya que en el hombre, el acto de comer no se entiende por sí mismo como un fenómeno aislado, carente de conexiones. Más bien emerge de un amplio trasfondo antropológico constituido, si lo contemplamos desde una vertiente de carácter cultural, por normas sociales, y desde el lado más subjetivo y personal, por pautas inconscientes. La cultura, con su tradición e historia colectiva, y el inconsciente, con su historia individual, establecen un trasfondo desde el cual el acto de comer cobra su sentido como conjunto complejo de diversas facetas, en este caso proporcionando el argumento de una cultura personal.

Comer, pensar, vivir, elegir…  son actos humanos que expresan su cultura.

Por Almudena Villegas. Escritora, Prof. Dra. Universidad de Córdoba. Historia de la alimentación.

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