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Sabores de Córdoba

Esperanza Sánchez: Un mundo entre el enigma y la imaginación

Por Ramón Montes Ruiz

Ya en otros artículos, hemos puntualizado sobre el valor de la singularidad en la creación de cualquier artista. La singularidad de su obra está construida sobre los rasgos que la hacen distinta a otras producciones, tanto en aspectos temáticos, técnicos, estéticos, de compromiso, mensaje o intención. Es lo que determina que se identifique una peculiar y personal manera de crear; o, dicho de otra manera, lo que determina, formal y conceptualmente su personalidad artística. 

En el panorama pictórico de Córdoba, contamos con una creadora, cuya singularidad, cuya personalidad, es contundente; se trata de Esperanza Sánchez, nacida en nuestra ciudad en 1947. Tras iniciar los estudios en Escuela Superior de Bellas Artes “Santa Isabel de Hungría” de Sevilla, los abandonó, para continuar su formación en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos “Mateo Inurria” de Córdoba, teniendo como profesores, entre otros, a Pepe Duarte, Tomás Egea Azcona, Rafael Díaz Peno, Antonio Povedano, Dionisio Ortiz Juárez y Ángel López Obrero. 

Esperanza Sánchez

Durante 1968 y 1969 estuvo vinculada al grupo literario y plástico “Zaitun”, siendo autora de dos de las portadas de los seis números de la revista poética homónima que editó este grupo. En esta experiencia coincidió con el pintor José María Báez, con el que posteriormente expuso en diferentes muestras, junto con José María García Parody. 

Sus obras han estado en numerosas exposiciones individuales, entre las que destacamos: Caja Provincial de Ahorros de Córdoba, 1974; Galería Módena, Madrid, 1976; Galería Impact, Alicante, 1977; Galería Ramón Durán, Madrid, 1979; Promoción del Arte Grupo Alfa, en Monterrey (Nuevo Laredo) y Ciudad de México, 1981; Poli Fórum Siqueiros, México D.F., 1982; y Caja de Ahorros Municipal de Burgos, 1984. Al igual que en exposiciones colectivas como:  Galería Vivancos, Córdoba, 1975; Galería Atrium, Córdoba, 1976; Hall Prince Mishaad Ben Mohammed Ben Saud, en Ryad (Arabia Saudí), 1979; y Galería Firenze, Madrid, 1984.

  Entre 1974 y 1984 desarrolla una producción pictórica en la que ya se aprecia una clara tendencia, que apunta hacia lo que será su estilo personal. En ella se manifiestan sus opciones, tanto técnicas como estéticas; lo que serán sus instrumentos de expresión creativa, sus iconos, sus mensajes y todo un bagaje simbolista que se mantendrá a lo largo de su producción pictórica.

En este periodo se incorpora a la nueva generación de artistas, que comienzan a irrumpir en la segunda mitad de los 70, junto a los que están José María Báez, José María García Parody, Rafael Pineda, Sara Vivancos, Rafael Cabrera y José María Córdoba. Es por entonces cuando es considerada por cierto sector de la crítica como pintora naif; algo, completamente erróneo y carente de justificación técnica. Su obra es muy personal, donde la dimensión dibujística, junto a opciones estéticas de acusado simbolismo, una evidente evocación surrealista, van configurando su singular estilo. Siguiendo su obra se aprecia un claro componente enigmático, que determina que se haga en muchos casos difícil la interpretación del mensaje. 

Ascensión

No se interesa por el fondo como tal, sino que se centra en el tratamiento objetual de los elementos representados. Éstos, se convierten en unos verdaderos iconos en su obra, como es el caso de las figuras femeninas. Unas formas que se ofrecen en posturas y actitudes diversas, pero cargadas de simbolismo, y convertidas casi siempre en víctimas de un entorno que las atrapa; como es el caso de Ascensión, 1977, o La grieta, entre 1974-84.  

La grieta

Junto a las figuras femeninas, emplea una exuberante flora, generalmente naturalista y fácilmente reconocible, como la hiedra y la colocasia de Terraza, entre 1974-78. Sin embargo, en otras obras emplea la estilización para definir estas formas vegetales, apartándose del naturalismo, como es el caso de Crucifixión y Atrapadas, ambas de entre 1974-84.

También en este periodo, comienza a incorporar en sus composiciones elementos de la fauna que, en cierta manera, aportan un factor de ansiedad, peligro, repulsión, o evocación simbólica, como se aprecia en Crucificada y La grieta, ambas de entre 1974-84.

En 1979 pasó a residir en México, continuado su actividad, pero diversificando su trabajo entre la pintura y la importación de antigüedades. A su vuelta a España en 1984, estableciéndose en Madrid, su actividad expositiva se verá interrumpida, aunque su dedicación artística continuará centrándose en el ámbito de la ilustración y la publicidad.

Ya en la primera década del nuevo siglo, su pintura evolucionará a un cromatismo de mayor elaboración, un alejamiento del dibujo tan marcado, y unas composiciones más adentradas en formas más diluidas en sus contornos. Los elementos plásticos que desarrolló en los 70 y 80 siguen estando presentes; sin embargo, las figuras femeninas adquieren un mayor movimiento e inquietud en sus gestos; los espacios se diversifican; y todas sus pinturas se convierten en un auténtico imaginario íntimo de inquietudes, sueños, y vivencias. 

Las polillas

Sus composiciones se enriquecen, tanto en lo iconográfico como en los escenográfico. Son más completas en cuanto a los elementos que emplea, con la finalidad de que su mensaje sea más eficaz. De este periodo podemos destacar algunas obras como: Paisaje con figuras, 2012; El miedo, 2017; o La fábrica, 2019.

Dentro de la temática empleada, es interesante observar cómo algunos elementos relacionados con la gastronomía van apareciendo en su imaginario pictórico. Así, ya en su primera etapa, obras como Ascensión, o Bodegón con mesa, son una clara muestra de este interés.

Manzanas

Sin embargo, será en su nueva línea desarrollada en años más recientes, cuando comiencen a aparecer formas más realistas y apreciables en su proximidad a los productos gastronómicos y, hasta en algunos casos, auténticos bodegones. Manzanas, cebollas, aceitunas, limones o patatas se materializan en sus pinturas mediante diversas representaciones y contextos, convirtiéndose en elementos pictóricos de apreciable fuerza iconográfica. Dentro de esta temática son destacadas obras como Manzanas, 2016; Cebollas, entre 2016-18; Patatas, 2017; o Almacén, entre 2016-18.

Almacén

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